Punto de retorno [Privado]

El límite entre el muro exterior de la ciudad de Asgard y sus alrededores era también el límite entre el azul claro y el índigo del cielo. Las estrellas se vislumbraban durante horas antes del anochecer, mas el cielo no cambiaba su color de modo uniforme, un invariable degradé de tonos distintos, cielos distintos de reinos que, de otro modo, jamás se encontrarían. Directamente sobre el palacio se posaba el mismo cielo que habria visto Midgard en sus mejores épocas, celeste e inconmensurable, fundiéndose en un azul más profundo. Todo fuera de aquellos límites parecía estar en noche cerrada, tan oscuro que se asemejaba al cielo de Jötunheim.

La murallas exteriores del palacio no eran ya perfectamente blancas y pulidas, sino que parecían piedra y yeso común, grisadas, frías, dándoles un aspecto más robusto que ostentado. Fuera de éstas la ciudadela se veía cubierta por un hálito de neblina; fuese su origen el invierno que consumía los mundos cercanos, o bien el del antes perenne Yggdrasil, había momentos en que todo Asgard palidecía. La niebla se colaba por las puertas principales del palacio, opacando el dorado de pedestales y ornamentos a lo largo del pasillo, opacando incluso el brillo de la sala del trono, donde Thor contrastaba drásticamente con el metal de su armadura pulida y el profundo rojo de su capa. Se sentaba en el trono sin haber sido coronado rey ni pensarse siquiera merecedor, sino un mero cuidador del puesto que aún esperaba que su padre reclamase en cualquier momento. Al otro lado de la sala, donde la niebla volvia difusas las formas y colores, contrastaba de igual modo un casco dorado y una capa de un verde esmeralda.

Thor le había esperado, sí, tanto que ya no esperaba verlo realmente. Había pasado suficientes décadas sin padre, sin familia al alcance como para eso; se había convencido de preocuparse más de los Aesir y los humanos que de sus asuntos personales, y sin embargo, repentinamente encontraba que era imposible prolongar la espera, que veinte pasos de distancia eran demasiados y que tanto el martillo y el casco le estorbaban; redujo a Mjolnir para engancharle en su cinturón y sostuvo el casco bajo su brazo al alzarse del trono que tan lúgubre augurio le parecía ocupar, dirigiéndose hacia el otro a pasos largos, los escalones bajados de a dos en dos. Se detuvo frente a él apenas un momento, reconociendo su mirada en lugar de buscar en su semblante la familiaridad.

- Es bueno verte de nuevo, hermano. - Musitó, sin pedir su permiso para abrazarle, palmeando su espalda una única pero firme vez. Permaneciendo quieto por un instante bajó su voz, sus sentidos centrados más en el entorno que en el otro. - Creí que seguías en exilio, Padre no ha remitido una órden en décadas. Lo estás aún... ¿no? -

Sabía, en efecto, que veía a una suerte de fugitivo. Uno que no estaba molestándose en esconderse y que, por lo demás, era demasiado reconocible en cada uno de los nueve reinos. Ignoraba cómo había llegado hacia él sin un solo anuncio, una sola señal, mas Loki había tenido siempre sus medios. No era él rey de Asgard, ni guardián de fronteras como para decidir respecto a sus derechos, pero tampoco era justo en él ignorar su presencia y dejarle estar allí; dudó, considerando entonces al guardia legítimo, mientras retrocedía. - ¿Has pasado por el Bifrost? ¿Por Heimdall? - Preguntó. No se transitaba comúnmente por el puente, no con tan poco interés de viajar de un reino decadente a otro peor, pero sabía desde ya que no podía estar bien que su hermano fuese visto...

Extrañaba aquel cielo de Asgard, por demasiados años solo había visto el cielo cerrado de las tierras heladas, ese cielo apenas salpicado de estrellas entre nubes negras de nieve, el matiz de colores de la tierra donde se crió solo le traía nostalgia a su corazón. Incluso al pasar por el largo camino que llevaba al palacio su pecho parecía ser presionado. Ya no había brillo y esplendor en el paisaje, el árbol de la vida, enfermo ahora, reflejaba aquella enfermedad en su hermoso hogar.... ¿hogar? no... aquel no era su hogar, lo había sabido el día que sus labios habían sido cosidos y había escuchado la risa de toda su familia, de sus padres... y la indiferencia de su hermano al parecer más interesado en el regalo que le otorgaban que en su bienestar... Apretó su puño donde llevaba aquella lanza con una gema azul en su punta, tanto arma mágica como bélica. Los largos pasillos fueron acortados por sus pasos, su capa, más larga que la de su hermano, se arrastraba un poco en su andar en un brillante tono esmeralda que no era contaminado por los tonos amarillentos de las piras que iluminaban el lugar. Su armadura en cambio si brillaba en tonos dorados acentuados por el fuego.

Al ingresar a la sala del trono pudo verlo resaltando como una mancha roja en una pared blanca. El salón, antes brillante en dorado, ahora era opaco y gris, Thor era lo único que brillaba en aquel lugar con su plateada armadura y su capa color carmín. Se detuvo al verlo, el ligero bajar de su mirada fue evidenciado por el mover de los altos cuernos de su casco que se inclinaron hacia adelante. Incluso su lanza bajó su punta en un lenguaje corporal que no venía agresivo, si no todo lo opuesto, sumiso, una posición poco común vista en el pelinegro. Volvió a avanzar hacia el trono, su cabeza seguía algo baja y su mirada buscaba la de su hermano.

La respuesta que buscaba fue la que encontró, Thor avanzó hacia él y Loki le imitó, incluso al quitarse el casco. Sus cabellos estaban más crecidos desde la última vez que lo había visto, el abrazo le hizo soltar el casco haciendo eco en el salón y con su mano libre lentamente la apoyó en la espalda de su hermano. No había cambiado en todos estos años, su aroma así como su fuerza seguían tan presentes como siempre... y tan imponentes y característicos de él. Apoyó su mejilla sobre el hombro ajeno y suspiró apretando un poco el agarre dejando caído el brazo que sujetaba aún su lanza - Hermano... El exilio sigue siendo mi condena pero ya se me hace insoportable... No te he buscado por los 7 reinos pero no quiero pisar Midgard, no quiero enfadar a padre más de lo que está... No soportaba más estar lejos... - su voz, en inicio estable y segura, aunque baja en volumen, pero sus últimas palabras fueron un tanto más aspiradas y quedas. -[/color] se apartó un poco solo para mirar el tono eléctrico de la mirada de su hermano, sin embargo le recordó más al hielo que veía en Jötunheim.

- No pasé por el Bifrost, supongo que Heimdal no te informó ya que yo llegaría antes que cualquier guardia que enviase. - explicó de manera corta y consista bajando la mirada enseguida, como un infante que explicaba a un padre con arrepentimiento. Se separó un poco pero dejando su mano en la cintura de su hermano para no cortar el contacto - Parece que padre, en su sueño, te ha vuelto a dejar encargado del trono, hermano... ¿Cómo se encuentra madre? - dijo en un tono un poco bajo.

Quizás erraba su memoria, o Loki verdaderamente se estaba comportando distinto. Si bien el rubio acostumbraba a pasar un brazo por los hombros de sus amigos al saludar, propinar una palmada amistosa en la espalda o algún otro gesto físico; justamente los que Loki le reprochaba por invasivo y poco controlado. No cabía duda de que era él, su voz era inconfundible y su aspecto difícilmente cambiaba. Simplemente se le antojaba extraño.

De no haber bajado sus defensas ya, el semblante del otro le habría desarmado. No recordaba que Loki fuese capaz de bajar la cabeza de ese modo. Pocas veces había sonado tan vulnerable, y menos veces aún había admitido una honesta debilidad, nulas, en tanto, las veces en que hubiese clamado no soportar un castigo. Y era solamente él en la sala del trono ahora, él con el deber inmediato de cerrarle las puertas del palacio y del mismo Asgard. Su miarada evitó la ajena, recorriendo en lugar de ello el salón, aunque no buscaba realmente señas de tener compañía. Aunque le hubiese dificultado las cosas más aún el tener guardias alrededor, estos se disponían principalmente cerca de la recámara de Odín, mas no era aquello lo que le preocupaba. Mordió la parte interna de su mejilla al sopesar su responsabilidad en el asunto.

Ni ojos, ni oídos alrededor. Solo una quietud gélida y sombras blancas. Thor suspiró levemente, dando un paso atrás, apartándose así del tacto del otro. - No cuestiono tus habilidades, hermano, pero sabes que no es correcto. El Bifrost no se cierra a quien arrive a Asgard con justas razones. - Sentenció, aunque sin presionar más el tema, sin enviarle realmente de regreso.

Volteó para dirigirse de regreso hacia el trono, instando al otro a seguirle, aunque esta vez no ocupó el puesto máximo. Simplemente se sentó en el brazo del trono, incapaz de tomar el puesto de su padre frente a la mirada de alguien más. Aunque estaba turbado, había una cierta efusividad en sus movimientos, una energía que hacía mucho no había mostrado; solo la mención de Odín y el peso de lo que diría parecía hundir un tanto sus hombros. - El sueño de Padre no es normal esta vez, - su voz era baja pero clara, grave. Se recorrió el cabello con una mano en gesto nervioso antse de continuar. - Desde poco después de enviarte fuera cayó en el sueño, y desde entonces no ha despertado una sola vez. Madre sospecha que su enfermedad es una y la misma que la de Yggdrasil... y a ella tampoco he podido verle desde hace mucho. No ha aceptado compañía. -

Notaba que su hermano se sentía incómodo a su semblante, pero no lo cambió, continuó con la cabeza algo gacha y su mano en su cintura, solo la apartó cuando el rubio así lo hizo y se alejó. Se quedó parado donde estaba observando desde su posición al otro. Si bien era verdad que nunca se había quejado ni había admitido que no podía con algún castigo, nunca había tenido ni castigo ni exilio tan prolongado ni tan severo, bastantes décadas había pasado alejado sin pisar Asgard ni teniendo contacto con cualquiera de su familia... ni siquiera con su esposa.

Suspiró cortamente y desvió la mirada - Heimdall no me hubiese permitido pasar, sin importar lo que le hubiese dicho. - musitó a modo de excusa pero que era una verdad, el exilio y una orden directa de Allfather no podía ser revocada por una excusa simple... a parte Heimdall seguramente desconfiaría más que su hermano y estaría más al tanto de donde había estado Loki esos años.

Se acercó un par de pasos hacia el trono pero sin llegar a subir las escaleras, solo apoyando su pie diestro sobre el primer escalón y alzando la mirada a su hermano mientras le escuchaba. Como era de esperarse, una sutil indirecta no era suficiente para darle a entender a su hermano lo que deseaba. Asintió una única vez. - Es lo que se comenta por todos los reinos, que Odín no va a despertar, que el árbol lo tiene muy débil y temen por lo que pueda llegar a ocurrir... nadie ve el futuro con buenos ojos y el temor se nota en el semblante de todos. - hizo una pequeña pausa solo para acentuar sus palabras, apenas un segundo, lo suficiente para llamar la atención pero no tanto como para perderle - Madre siempre se queda junto a padre mientras él duerme... y tú cuidas Asgard. Siempre ha sido el orden de las cosas... pero ahora se está extendiendo mucho... y... yo solo quiero hablar con padre. - sus cejas se curvaron un poco y su voz se volvió un poco más baja e inestable. - Thor... quiero volver a casa... Quiero disculparme con padre... contigo... por todo lo que hice. - bajó la mirada enseguida esperando respuesta en el otro, escuchando atentamente, usando su vista periférica para notar algún movimiento o cambio en el Dios del Trueno.

- Acércate. Ya has estado alejado lo suficiente. - Dijo, autoritativo. No le agradaba tener que mirar hacia abajo para verle, no le agradaba que tomase una posición tan sumisa ni que le mirase con tal expresión. Ambicionaba la gloria del trono desde un ángulo distinto y con la aprobación de su padre, sin esta simplemente no se sentía adecuado en el lugar que ocupaba, y ambicionaba en lugar de ello los mundos, el implacable invierno, el amargo aroma a metal y sangre de un campo de batalla... deseaba cien veces más verse allí que en el desolado trono de una ciudad fantasmagórica, donde no tenía siquiera el poder de enviar a otros en su lugar. Incluso Loki, con su intelecto, habría sido mejor para un papel político.

Se encorvó ligeramente en su sitio, apoyando sus codos sobre sus muslos y habló por lo bajo. - El orden de las cosas, como le llamas, también está mal... - Sus palabras no podían ser más honestas. El exilio había sido innecesario, el separar a la familia una ridiculez; peor aún el ponerle a él donde no se desempeñaba y a Loki donde no correspondía. Buscó su mirada con impaciencia, deseando que dejase ya de mostrarse así. - No debes disculparte conmigo, pues nunca albergué rencor hacia ti. Ya estás perdonado. Padre... no sé si él pueda oírte, ¡pero lo intentaremos! -

Se permitió la sonrisa que había estado conteniendo, amplia, sincera, sin una duda en sus ojos claros. ¿Cómo odiarle? Creía firmemente que las intenciones de su hermano no eran malas, sin corresponder con las acusaciones que le habían entregado al exilio. Y con un perdón tan simple decía todo lo que pensaba: que no había motivo para que estuviese lejos y que, si fuese por él, le permitiría estar en casa, peligrosa decisión que Thor simplificaba hasta hacerla parecer una deliberación personal.

Se acercó él a apyoar una mano amistosa sobre el hombro de su hermano, bajando la voz con la creencia de que le hablaba realmente en secreto. Por más que se mencionase, jamás recordana que habían ojos y habían oídos siempre posados sobre sus acciones, omnipresentes, casi también en sus pensamientos. - A los guardias no les agradará y no estoy en posición de imponerme, pero eres un asgardiano y es aquí donde perteneces, especialmente en tiempos como éstos. Tendremos que pensar en un modo, ¿de acuerdo? Como siempre hicimos. - Se encogió de hombros; cómplice, como siempre, de un hermano y solo eso, considerado de su misma raza y su misma sangre.

Su postura sumisa era la mejor arma que tenía contra el rubio, no podía lucharle de otra manera en esos momentos, tampoco era conveniente que Heimdall le viese en una posición agresiva. Ante la orden de su hermano subió algunos escalones algo dudativo y finalmente terminó por hacerlo más seguro acercándose hasta estar al alcance del otro, su altura ahora era superior al Dios sentado restándole semblante sumiso pero igualmente manteniendo aquella mirada inquieta que parecía costarle mantenerla en la mirada azul eléctrica ajena.

No respondía a sus palabras, solo le dejaba hablar, dejaba que la mente del rubio conectase él mismo los puntos, en ese momento sabía que no debía hacer nada, cualquier acción solo descarrilarían los pensamientos ajenos y los sacaría del curso donde los llevaba: de ser un tema político a uno personal. Tocar el corazón de Thor en vez del Reino de Asgard era mucho más efectivo y rápido, y en este momento un aliado como el guardián del trono así como el guardián del sueño de Odín era el mejor aliado que podía conseguirse.

Éxito. La sonrisa amplia y sincera de su hermano era lo que estaba esperando, nuevamente le tenía de su lado, y algo de nostalgia azotó su pecho. No había notado hasta el momento que extrañaba aquella sonrisa y los tiempos donde la veía a diario, pero aquellos pensamientos eran como un cáncer a sus planes que debía extraer. Sonrió en respuesta a la sonrisa de su hermano, una sonrisa más tímida y recatada, avanzó un paso y asintió con su cabeza. La mano pesada de su hermano cayó como siempre, tosca y bruta sobre su hombro inclinando un poco el semblante del pelinegro mientras le escuchaba en el susurro, pero sabía que no había susurro tan bajo que no llegase a los oídos del guardián del camino de arcoiris.

- No sé cómo hermano, pero quiero regresar. Si padre tan solo despertase unos instantes... - dejó la idea en el aire al flaquearle la voz. Carraspeó y volvió a sonreír mirando a su hermano a los ojos, esta vez sin pesar en estos si no que con una brillante alegría. - Thor... yo- - las palabras se interrumpieron nuevamente pero esta vez por causas ajenas. La irrupción de los guardias sobresaltó al Dios del Engaño que enseguida cambió su semblante parándose más derecho y alzando su mentón.

"¡¿Qué?! ¡¿Loki...aquí?! ¡Ultraje!" es lo primero que pienso al vislumbrar sin lugar a dudas cómo el Dios del Engaño aparece en el mismísimo Trono Dorado sin previo aviso, a traición, después de ser exiliado por el mismo Padre de Todos. Por un momento mi mano busca a Gjallarhorn, mi preciado cuerno, llamada a las armas de toda Asgard...pero es mejor no llamar tanto la atención, no haría justicia su uso ahora. Por ende no puedo sino correr como el mismo Hermord lo haría, hacia la Sala del Trono donde se oculta Loki, hijo de Laufey en realidad.

¿Pero qué ven mis ojos? ¿Loki nostálgico? ¿El Dios de las Mentiras entristecido y dispuesto a pedir perdón? Yo he visto demasiado, todo lo que ha estado dispuesto a hacer, he sido testigo de todas y cada una de sus artimañas a lo largo y ancho de los Nueve Mundos, durante toda la eternidad...¿Incrédulo yo? ¡Por mi honor que sólo el Gran Odín podría osar a tacharme de tal cosa! -¡Guardias a mí! -grito mientras voy alcanzando el lugar, topándome con los diversos guardias que aún guardando las Salas Sagradas, no se percatan de los trucos y engaños del mismo Loki de siempre.

-¡YO DIGO NO! -digo haciendo que mi voz resuene como el mayor trueno del Mjölnir al irrumpir en la sala de una patada que abre los portones de par en par. -¡Loki, hijo de Laufey, hijo adoptado de Odín El Padre de Todos...! -digo en voz bien alta mientras me voy acercando al Gran Trono, donde ambos hermanos se encuentran en cómplice conversa. -¡...por el Designio Sagrado que tu sola estadía aquí ya es una afrenta al Gran Padre y a todo lo que Él nos ha dado! ¡Por los Nueve Mundos que volverás a tu agujero de la misma forma de la que viniste, arrastrándote como una rata traicionera y silenciosa! -sentencio desenvainando el mandoble y apuntándole con él.

Thor resultó ser, por seguro, el único sorprendido por la irrupción. Había guardado muchos secretos en simples susurros y había planeado inocentes escapadas en voz alta, y cada una de las veces conseguía olvidar aquellos ojos y oídos con los que estaba compartiendo cada palabra y cada viaje sin saberlo. Por lejos no era la primera vez que el guardián le tomaba por sorpresa. Se sobresaltó como en cada una, maldiciendo inarticuladamente en voz baja.

Si bien no sabía cómo conseguiría llevar a Loki hasta su padre ni si lo haría siquiera, ciertamente no había estado ya en sus opciones el negarle la estadía en Asgard. Cuando escuchó la gruesa voz de Heimdall en un tono que no le había presenciado usar jamás, se sorprendió de aquel mismo pensamiento. Y sin embargo se giraba para posicionarse un paso frente a Loki, casi escudándole del avance del Dios Blanco, su vista siguiendo los movimientos de los guardias para cerciorarse de que no se acercasen demasiado. Fue únicamente al mismo Heimdall a quien fue incapaz de mirar, aún cuando su mano hizo ademán de tomar al reducido Mjolnir de su cinto; no había reproche que pudiese adjudicarle y le respetaba, lo suficiente como para sentir que debía avergonzarse, bajar la cabeza y dar algún tipo de disculpa. Era una de las dos personas a las cuales tenía en tal estima, y la otra se encontraba en un sueño ya análogo a la muerte... sólo fue capaz de alzar la vista al blandir a Mjolnir, su brazo extendido de modo que cortase el camino entre el arma blandida por el otro y Loki.

- Tranquílizate, Heimdall. Apuntas a alguien que no representa una amenaza. - Pausó, sopesando por una vez lo que diría. No tenía conocimiento de que los sentidos omnipresentes del otro traspasasen barreras tan personales como el pensamiento, pero lo temía. Notaba ya que, de saberlas, censuraría sus intenciones. - Sé que le recuerdas. Sabes que han sido décadas de injustificado exilio, en que no ha transgredido sus límites, ni ha venido ahora con intención de comprometer a Asgard... Loki solo ha venido a hablar su hermano y ver al Padre con el cual creció. - Dijo con deliberada lentitud, enfatizando más aún su última frase, pues repudiaba la mención de Laufey como familia del hechicero. Tras él y a su alrededor la sala ya opaca se oscurecía, pues con un rumor leve las nubes se agolpaban sobre el palacio y se tornaban de un color gris ceniza, augurio de una tormenta impredecible.

Apenas entró el guardián, Loki retrocedió un pie pero sin llegar a retroceder un paso completo, pero sí afirmó el agarre de su lanza, sin llegar a alzarla en ningún momento. Las palabras ajenas golpearon su pecho de una manera que no esperaba que lo hiciera, si bien era la verdad era una cruz que cargaba y su peso le ponía automáticamente un escalón más abajo de Thor, ese pequeño escalón que le separaba de la igualdad de su hermano, de la aprobación de Odín y, por su puesto, del trono de Asgard. Su mirada esmeralda pasó enseguida a su hermano, cuando se adelantó dejandole tomar el papel protector y asumiendo enseguida el papel de protegido y victima de una injusticia. Su lenguaje corporal volvió a cambiar al inclinarse ligeramente hacia su hermano y su mentón descender un poco para observar al rubio desde un nivel ligeramente inferior. Sus cejas enmarcaban su mirada, una más alta que la otra, reflejando un pesar en sus ojos que realmente no era tan vívido.

Su mirada inquieta pasó de Thor al guardián y del guardián a los guardias para luego bajar a la espada que le apuntaba tragando saliva. El ambiente lo sentía tan denso que podría haberlo cortado con aquella espalda y las nubes que opacaban el cielo no ayudaban demasiado en ello. En el intercambio de palabras permaneció completamente en silencio solo siendo un espectador, y retrocediendo finalmente ese paso cuando el martillo quedó en medio de ambos y deliberadamente miró hacia la ventana como las nubes ya no dejaban ver las estrellas. Carraspeó y volvió a alternar la mirada entre uno y otro antes de bajarla apoyando su mano libre sobre la muñeca de Thor. - He hecho mal, hermano... Heimdalll tiene razón. No puedo negar mi sangre y si he ingresado a traición en Asgard, sin importar cuales fueran mis razones. - por un pequeño instante levantó solo su mirada mas no su rostro dirigiéndole una mirada afilada y astuta al guardián. No era a él a quien tenía que engañar. Su mirada bajó enseguida soltando la muñeca de su hermano. El casco en el piso se desvaneció y con un reflejo dorado volvió a materializarse sobre su cabeza cubriendo sus cabellos azabaches. - Al menos he podido verte, hermano. Supongo que regreso a mi exilio. -

-¡Thor hijo de Odín! Un hombre sólo desenvaina su arma si está dispuesto a usarla. ¿Estás dispuesto a blandir al Mjölnir contra tu propia sangre, para defender la ajena? -hasta a mí me cuesta, en el fondo, decir cada una de esas palabras...ésta es la verdad. Sin embargo alguien debe hacer memoria, alguien debe archivar la historia con recuerdo de cada error y desafío cometido, de cada traición y artimaña...aunque cierto es que alguna vez ha sido demostrada la buena voluntad final del Dios del Engaño, pero su apodo le viene de algo y no seré yo quien caiga ante sus argucias. -¡Que los muros se deshagan! ¿No es acaso él una eterna amenaza para este reino? ¡Fuera con él! -los guardias armados tras de mí en formación de cuña conmigo en la avanzada se disponen a acercarse pero las palabras del Dios del Trueno detienen la escena. Escucho lo que Thor ha de decir, pero recordando su pasada inocencia no puedo confiar ciegamente, más aún porque ésa es mi función: ser el Eterno Guardia, la primera y última frontera contra cualquier posible mal tanto externo como interno que pueda dañar el Trono Dorado, Asgard en sí, y los Nueve Mundos en su totalidad. -¡Hijo del Padre de Todos cuida tu lengua! No nos corresponde a nosotros juzgar Sus designios ni mucho menos, pues por algo Él ostenta el trono, hoy y hasta que Él mismo decida dejar de hacerlo. -las consiguientes palabras de Loki me sorprenden en demasía, no recuerdo haberlo visto así antes...!Ajá! Ese brillo en sus ojos..."¡no es más que otra argucia!" prefiero callar esta vez, esperando que por sí mismo obedezca el mandato que sigue en vigor y abandone este reino hasta que el mismo que lo emitió lo reniegue.

A medida que el cielo se cubría de nubes opacas, la luz de la habitación se reducía únicamente al escaso fuego de las piras, reflejándose en las armaduras de los dioses y dejando espacios a oscuras entre cada una. Un murmullo leve de ventisca se colaba dentro en silbidos, arremolinado afuera de modo que parecía que fuese a comenzar a llover en cualquier momento. Y aún así la voz de Heimdall se hacía oír con un estruendo, casi ahogando las palabras que Loki pronunciaba a pocos centímetros de Thor.

El ambiente tenso le tenía a él quieto a su vez, rígido en la postura en que sostenía a Mjolnir aún. El tacto cuidadoso de la mano de su hermano sobre su muñeca no hizo nada por serenarle, sino volverle más susceptible. - ¡Tu sangre es mi sangre! ¡No oiré nada más al respecto! - Espetó, irritado, dando en ello su respuesta a ambos.

Reconocía, sin embargo, que había sobrepasado un límite. Cuestionar la validez del exilio era oponerse directamente a una órden de Odín, así como menospreciar su criterio. No tenía la autoridad para hacerlo, el mismo Heimdall le recordaba que no tenía derechos sobre el trono... era algo que sabía, mas que lograba turbarle. No obstante se negó a bajar el martillo, tan solo agachando la cabeza un tanto.

- Aparta a tus guardias de mi hermano. - Pidió, bajando la voz a un tono más conciliador ahora, mostrando que estaba dispuesto a hablar. - ¿A dónde le enviarías? No hay mundo que mejor le siente como hogar. Y en todos los demás es más desolador el Invierno de lo que es aquí. - Más subduido ahora miró a su vez a Loki por sobre su hombro. - ¿A dónde irías? ¿Dónde has conseguido vivir en paz? -

Nuevamente dejaba que ambos Dioses se debatiesen en cortas palabras pero pesado en contenido siendo solo un espectador. Tal como había calculado, Thor se ponía más sensible cuando le tenía cerca, y más aún con esa actitud y su tacto sumiso y lastimero. Thor era un hombre sabio pero de moral y sentimientos, no en su mente, y Loki sabía como llegar a eso... como lo había hecho en veces anteriores, aunque posiblemente nunca tan deliberadamente ni tan despiadadamente. Cuidaba en todo momento mantener la punta de su lanza baja, nunca en amenaza y siempre un paso detrás del rubio, así mismo su lenguaje corporal se inclinaba hacia Thor sutilmente. Pequeños mensajes subliminales a la mente del rubio que le darían afinidad, obviamente sumado los propios sentimientos del rubio que seguramente se habían cultivado.

Sin embargo las palabras de Heimdall le detonaron en la mente resultandole imposible contener su lengua, un punto débil que siempre había tenido y era el no quedarse con los labios cerrados... ni siquiera cuando estos fueron cosidos. La mención de las armas le hizo alzar la cabeza directamente al guardián - Y tú has desenvainado y apuntado con tu arma a mi persona. Exiliado o no, Odín siempre me consideró su hijo más allá de la realidad de mi sangre. No la bajas incluso cuando el hijo legítimo de Odín y guardián del trono te ha demostrado que no es su deseo que las armas sean alzadas aquí. - su voz era mediática y calma, pero un deje de resentimiento se ocultaba muy profundo en su tono mientras miraba fijamente al Dios Blanco. - Tu deber como guardián es cuidar la entrada de enemigos hostiles. No vengo con intención de nada más que ver a mi hermano después de medio siglo sin saber nada de él o de las personas que por mucho más tiempo fueron mi familia. - esta vez ladeó el rostro un poco hacia Thor indicando que hablaba más hacia él - Quería ver si padre seguía con vida y como estaba la situación aquí... y hacer un intento de hablar con él... pero al ver que no será posible, no me queda más que seguir acatando su deseo... No hay necesidad de levantar armas. - dijo bajando tanto la voz que pareció un murmullo en el silencio del palacio. En ningún momento soltó el brazo de su hermano.

Las palabras del Dios del Trueno me dejan pensativo, reflexionando si mi actuación es correcta, mas no dudando sino juzgando con criterio mi propio procedimiento. Odín El Que Todo Lo Sabe tomó una decisión que fue comprendida y respaldada por muchos otros yo incluído, y no tenemos el derecho ni, es más, el conocimiento suficiente para juzgar Sus designios. Esucho atentamente las palabras también del Dios de las Mentiras, juzgando y comprendiendo cada una de sus palabras, de sus frases, tal y como realmente él las blande: como puro veneno.

En un rápido gesto que firma sentencia con rectitud y total seguridad clavo el dorado y fulguroso mandoble en el suelo, resquebrajándolo un poco, para que todos guarden silencio y oigan lo que el Guardián del Puente Bifrost ha de decir con tono algo más calmo, pero igual de recio. Los guardias retornan a su posición con las armas bajas tras de mí. -No importa cuánta saliba gastéis, hay un mandato que debe cumplirse y por mi honor que será cumplido. Nada más importa, ni dónde vaya ni cuál sea su destino fuera de estos muros sagrados. -miro a ambos al hablar, con parcial indiferencia, como el que lee una sentencia acordada de antemano. Dejo unos instantes de silencio y añado finalmente mirando al Dios del Engaño: -Yo me hayo a la entrada del Reino día sí y día también, podéis venir a mí en busca de respuestas en vez de colaros cual serpiente traicionera, Loki Laufeyson. -recobro el respeto propio para cualquiera, mientras suelto lo que pudiera verse como un desafío pero que no es más que la verdad más visible. -No tendré problema en contestaros. Sin embargo, si en algo respetáis al Gran Padre, respetad su mandato. -y ahí que me quedo, firme y recio cual estatua hecha de oro puro que adorna cada pasillo y plaza del Trono y del Reino, en la postura que me es más característica como eterno vigilante que soy.

Sus emociones realmente no estaban en el mismo lugar que sus responsabilidades. El lenguaje corporal inofensivo y hasta sumido de su hermano lo pintaba inconscientemente como la víctima del asunto, haciéndole ver a Heimdall como una fuerza más opresiva que justa. Cada pequeño gesto, desde el tono de su voz al constante tacto de su mano intentando calmarle al apoyarse sobre su piel, involucraban demasiado su corazón en temas en que debía usar la cabeza. Sin embargo su juicio, aunque subyugado, seguía presente; era consciente de que la razón no estaba de su lado, no de forma objetiva. Odín había sido lo suficientemente claro y la lealtad de Heimdall era hacia él, justo rey que de ningún modo había abandonado su título, no hacia un simple cuidador del trono. No estaba reforzando normas tiránicas, aunque a Thor estas le pareciesen dolorosas.

Se relajó notablemente al verle bajar el mandoble, retrocediendo a su vez los guardias que habían venido con él. Seguro ahora de que no habrían intentos de hostilidad, pudo respirar profundo y bajar a Mjolnir, notando solo entonces que había comenzado a agitarse. Así mismo el salón comenzó a aclararse tras unos momentos, las nubes volviéndose menos densas y oscuras al dejar de ser blandido el martillo que las llamaba, aunque la lluvia que ya había comenzado a caer ahogaba un tanto el sonido de su voz. - Ni en Asgard ni mundo alguno donde pueda oírlo permitiré que se le llame con un nombre distinto al de Loki Odinson. - Dijo, para luego bajar su voz a un tono menos autoritario, más calmo. - Le llevaré yo mismo. -

Accedía, al fin y al cabo. No tenía otra opción. Habría pensado incluso en acompañarle, de no ser porque no podía descuidar el trono y, por lo demás, sentía la necesidad de redimirse. Se giró para poner una mano tras la espalda de Loki, incitándole a avanzar hacia las puertas aún abiertas sin que se apartase de su lado. Al pasar se detuvo junto a Heimdall. - No deseo escolta. - Recalcó, aunque incapaz de mirarle a los ojos; era claro que, aunque aceptaba a regañadientes la ley de su padre, su voluntad era distinta, doblada por el acto de su hermano. Ahora más que nunca sentía que sus mismos pensamientos estaban expuestos a la vista omnipresente del otro.

Con la espada del guardián baja tomó como una victoria sobre él, nuevamente sus palabras eran su mejor arma para escapar de una situación hostil y nuevamente Thor era su escudo y espada... más bien martillo, si le llegaban a atacar. Su mano se separó finalmente de Thor cuando este bajó el martillo pero se mantuvo cerca mientras el guardián hablaba, igualmente sonrió ligeramente al ser comparado con una serpiente - Quizás si me salté tu seguridad, pero no me he estado escondiendo. Sé que no me dejarías entrar ni me dejarías ver a mi hermano. En vez de culpar a quien ingresó podrías ocupar el tiempo en mejorar tus habilidades, Heimdall, quizás el tiempo te esté dejando un poco ciego. - nuevamente su lengua le traicionaba y no podía quedarse callado donde podía echar algo de leña al fuego.

Avanzó cuando la mano de su hermano se posó en la parte baja de su espalda, sus pasos fueron seguros y solo dirigió una última mirada a Heimdall, venenosa como cualquiera de sus gestos la mayor parte del tiempo. Su cuerpo se acercó al de Thor buscando su protección, sobretodo al pasar cerca de los guardias. El agarre de su lanza era fuerte pese a tenerla baja. No agregó palabra solo siguió los pasos de su hermano, quería al menos alejarse lo suficiente como para poder hablar sin sentirse tan observado... y donde pudiese ocultarse si era necesario.

La reacción del Dios de la Tormenta no me resulta sino demasiado simple para un Dios, demasiado poco reflexivo, demasiado llevado por sus emociones...Ciertamente no fue él quien desenvainó primero, pero quizá sí el menos dispuesto de todos a usar su arma...el Mjölnir, tiemblo sólo de pensar en las consecuencias de su uso sobretodo dentro de las murallas...y hacia un...No, inconcebible totalmente, fue una simple reacción no sopesada y es justo eso lo que debería perfilar este Dios Guerrero. Para más inri sus palabras respaldan su gesto y la instintiva invocación de la lluvia y la tormenta, ya en receso; sin embargo me limito a dirigir fijamente mi mirada, sin decir palabra, esperando que los sucesos se correspondan los unos a los otros. Ante su último comentario no puedo sino esbozar una sonrisa torcida e irónica, como si me hiciese falta seguirles para saber de sus pasos.

-Dios de las Mentiras, oculta tu lengua tras tus colmillos, pues quizá quiera hacer oídos sordos a ciertas "sugerencias" hechas por tu parte...en ciertas circunstancias. -respondo sin ambages a las palabras de Loki, frente a ambos y mientras voy viendo que comienzan a alejarse...haciendo incapié en "sugerencias". Me giro para verlos partir indicando a los guardias que no hace falta que los sigan, y tras un rato comenzaré el camino de vuelta a mi puesto sin mayor dilación pero respetando el deseo de los hermanos a no ser molestados en su trayecto; al fin y al cabo sólo una cosa importa en este tema: que se obedezca el mandato perpetrado por el mismo Padre de Todos.

Interpretó la cercanía de Loki como una señal de vulnerabilidad aún y aceleró el paso, a todas luces escudándole de los guardias, pues le creía temeroso tras haber sido denegado en tan sensible momento. Se mantenía levemente inclinado hacia él, cubriéndole a medias con el revuelo de su capa al pasar. Sin embargo miró de reojo a Heimdall al pasar, mientras apretaba con una mano firme y algo curtida el costado de su hermano, regañándole a sutil modo. Aunque su preferencia se inclinase hacia él, sería mejor que no discutiese más. Con aquel agarre era que el indicaba que no pronunciase una palabra más, empujando el borde de ambas pesadas puertas para cerrarlas tras de sí al pasar.

Respiró con mayor calma afuera, pues el ambiente del que salía había conseguido tornar tenso incluso a él. El ruido de la lluvia era más fuerte alli, un rumor constante y familiar que le apaciguaba, le hacía sentir en casa, el mismo eco a lo largo del largo pasillo. Apartó su mano de Loki con lentitud, mas sin distanciarse de él; buscaba su mirada en silencio, dubitativo. ¿Qué podría decir? Era consciente, ahora sí, de que el Guardián podía escuchar cada una de sus palabras, y aunque no había en él dudas respecto a lo que consideraba correcto, ya no podía poner eso contra lo que Odín, ley de Asgard, había considerado correcto. No públicamente.

- Será mejor que no provoques a los Aesir, si planeas mantenterte alrededor de ellos, hermano. - Dijo, faltando en su voz la jovialidad que le impedía regañarle apropiadamente, pues pesaba en ésta el conocimiento de que ya se despediría de su hermano nuevamente. Ahora, que apenas podía saber que seguía vivo y estaba bien. Arrepintiéndose de hablarle de ello por la excesiva incomodidad de saberse espiado por un ser omnisciente, simplemente carraspeó y musitó. - Te acompañaré a... -

El apretón de Thor, lejos de ser un simple llamado de atención le hizo inclinarse ligeramente hacia ese costado por la brutalidad del gesto, y efectivamente cortando el aliento de Loki evitando que respondiese también a la respuesta de Heimdall solo avanzando por el pasillo a su lado dejándose proteger.

Era imposible para el pelinegro quedarse callado, su lengua parecía picar constantemente para tener la última palabra, para no quedarse con lo dicho por otros como último y se siempre él el vencedor de su tonto juego de palabras. Incluso muchas veces su lengua le traicionaba en momentos que era mejor quedarse callado, pero si era demasiado provocado no ponía cuidado.

Así que salió sin mirar siquiera los guardias, dejándose resguardar por la capa ajena y caminando tan cerca como podía sin ser estorbo, tenía en claro que la cercanía con su hermano era el punto clave para mantenerlo de su lado. Mostrarse sumiso y con deseo de redimirse sería suficiente para conseguir lo que deseaba que era su pase libre a Asgard nuevamente... o al menos de Aliado a su hermano.

Al pasar por las grandes puertas del palacio hacia el exterior el caer de la lluvia le aplanó enseguida los rebeldes cabellos que se alzaban a la altura de su nuca y se apegaban a su cuello, su capa hacía resbalar la mayoría de las gotas apenas mojándola al ser de un material algo impermeable, ideal para los climas adversos y mantener su espalda seca y algo abrigada de la nieve de su anterior... y quizás actual, hogar. Violentas las gotas también rebotaron en su armadura dejando pintitas de agua antes de que trazasen caminos por entre el tallado de los intrincados diseños y se perdiesen en las uniones... Lo detestaba... detestaba mojarse, más con su armadura donde la incomodidad era mayor, pero no lo demostraba, su semblante no había cambiado nada y solo tomó la muñeca de Thor sintiendo como el agua también había mojado a su convocador. Jaló de este mirándole de reojo con una media sonrisa y guiñándole en un gesto jovial que no había utilizado en siglos con su hermano - Alejémonos de la puerta, hermano. Sígueme y te mostraré un lugar genial. - dijo volviéndolo a jalar para sacarlo del camino y dirigirse hacia donde la ciudadela comenzaba y era el camino más corto hacia los bosques de Asgard. Sabía que estaban siendo observados, pero no le importaba, esperaba que Heimdall no acudiese como chusma ante un juego de hermanos.

No llegaba a incomodarle una tormenta de ventisca y rayos, muchos menos una simple lluvia como la de entonces; al contrario, de algún modo se sentía mejor, más a gusto en un ambiente que le daba cierto sentido de control. La lluvia era un bienvenido alivio, apegando su cabello contra su cabeza y uno que otro mechón sobre su rostro, colándose dentro de su armadura sin realmente molestarle. Con una mirada al cielo y una sonrisa apreciativa sacudió la cabeza para apartarse el cabello del rostro, salpicando a su alrededor y sobre Loki.

Le ayudaba considerablemente el poder verle sonreír, borrando de su mente la certeza de que las cosas no estaban yendo bien; estaban... mejorando, sí, con saber que un miembro de su familia seguía con vida, pues el paradero de Balder le era desconocido desde hacía bastante. - Tus lugares geniales no siempre son los míos, hermano. La última vez que oí eso, acabé casi tropezando en el vacío entre mundos; no me malinterpretes, lucía bastante genial, pero no me habría gustado llegar a caer. - Rió levemente, aunque sin perder un momento antes de seguirle el paso, dejándose guiar por aquella mano bastante más pequeña que le llevaba por la muñeca. Tras una pausa, como si evadiese el pensamiento, musitó. - Solo recuerda que luego debes salir. Al menos por ahora. - No se atrevió a decir más, aunque desde ya sopesaba ideas para evitar aquella despedida, posponerla, hacerla menos terminante...

Apresuró el paso para caminar a su lado, descartando el tema. Entre la lluvia, la neblina y el estado general muchos se mantenían en casa, incluso comenzaban a caer enfermos varios dioses menores, pocos, por ahora, mas un mal augurio a los tiempos venideros. Se veían pocos en las calles y ninguno fuera de los caminos, fortuna que le evitó tener que esconder a Loki. Al ver que salían incluso de los muros exteriores le miró con curiosidad. - Aún quiero saber... ¿dónde estuviste todo este tiempo? -